Helo aquí:
Di con un nuevo argumento para el anarquismo. Va como sigue:
1.- Si alguien debe gobernar, son los filósofos.2.- Pero los filósofos no deben gobernar.3.- Por tanto, nadie debe gobernar.
Cualquier filósofo que niegue (1) será demasiado tímido; cualquier filósofo que niegue (2) será demasiado audaz. Luego, la moderación exige que asintamos a la conclusión.
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Bueno, si Long puede inventar nuevos anarquismos, me too.
Así que... helo aquí, el anarquismo johnsoniano (*). Va como sigue:
1.- Si alguien debe gobernar, son las personas cuerdas,
sensatas, de sentido común y que creen que la solidez de la rocas es más que
suficiente para refutar al obispo Berkeley (es decir, aquéllos que no pierden tiempo, o
no se vuelven locos, con la filosofía).
2.- Pero las personas cuerdas, sensatas, de sentido común y
que confían en la solidez de las rocas no quieren gobernar (son gente práctica,
trabajadora, productiva, y no les gusta la política -i.e., son, de entrada,
gente honrada).
3.- Por tanto, como no es ni política ni éticamente correcto
obligarlas, nadie debe gobernar.
¿Y por qué? Por razones análogas a las de Long: el que
niegue (1) no está cuerdo, sino loco; y el que niegue (2) podrá acaso estar
cuerdo, pero va camino a... dejar de ser honrado. Por tanto, la sensatez exige
que asintamos a la conclusión.
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(*) En homenaje al célebre doctor Samuel Johnson y su no
menos célebre patada a una roca.
--¡¡¡Te refuto así!!!