martes

La calamidad de ser filósofo, no servir para nada, y que (para colmo) te quieran dejar sin chamba



I have tried too in my time to be a philosopher but, I don't know how, cheerfulness was always breaking in. ---Oliver Edwards

No hay duda de que ser filósofo es una pequeña gran tragedia personal. Deja tú que los empresarios nunca te contratan y que apenas sacas para medio comer. Lo grave es que tu querido pueblo, la gente común y corriente, las masas (a las que se suponía ibas a educar, engrandecer y liberar)... también te miran como a bicho raro. Eres muy sabio, tremendamente sabio, pero no sirves para nada. Conoces palabras extrañas y esotéricas, palabras que hablan de cosas prohibidas, palabras que has sacado del seno y del sustrato último de las cosas, palabras que pueden cambiar al mundo (o dejarlo como está)... Pero no sirves para nada. Y como no sirves para nada, no le sirves al pueblo. Igual que tampoco les sirves a los empresarios.

Claro que tu título de “filósofo” sigue siendo honroso. No cualquiera es filósofo. O todo un filósofo. O un verdadero filósofo... En cambio, por ejemplo, ser plomero no tiene nada de honorífico. Cualquiera es plomero. Sólo hay que saber acomodar tubos, coples y niples, cómo apretarlos, cómo meterse en un charco, y cómo, a pesar de todo, salir con la ropa seca. Y aunque se sea un excelente plomero, o aunque los plomeros sean infinitamente más útiles a la sociedad que los filósofos, nadie considera honroso ser todo un plomero o un verdadero plomero. Más bien al revés: es toda una vergüenza, o una verdadera vergüenza (bueno, eso dicen...).


Así son las cosas. Se supone que sub specie aeternitatis tú eres más valioso que el plomero, pero de todas maneras ese infeliz gana más que tú y va a seguir ganando más que tú -bastante más que tú. Y no hay nada que pueda hacerse al respecto. Si tu sueño secreto e inconfesable es -o era hasta hace medio minuto- la sofocracia, el gobierno de los sabios, o el gobierno de los elegidos por un pueblo sabio (para que suene más democrático), y todo, por supuesto, con un hueso grande para ti... mejor olvídalo: eso nunca ha existido, al menos no desde Salomón, Solón o Confucio. Y aunque llegara a existir –si las otras castas o los otros gremios lo permitieran- ten la seguridad de que (a) será un desastre económico –Ludwig von Mises dixit-, y (b) los reyes no van a ser los filósofos, sino los tecnólogos, esto es, los sabios que sirven para algo.


Sí, es duro ser filósofo. Estaca Brown, dice Armando Fuentes Aguirre, Catón. La alegría termina siempre por evaporarse, como dijo Oliver Edwards. Y más duro es cuando tu empleador básico, el puto Gobierno (léase: Secretaría de Educación Pública) te quiere quitar la chamba. Si no servías para nada, ahora ibas a servir para menos. Querían que Filosofía I y Filosofía II pasaran de “materias obligatorias” a “materias optativas” en los bachilleratos. O sea, de “obligatorias” a “curso cancelado por baja inscripción”. Lo bueno fue que los filósofos mexicanos sacamos [bueno, ok, sacaron] los machetes y el Gobierno cedió. Cual ya es costumbre mexicana. Aquí puedes informarte más al respecto.


¿Y ahora? Bueno, ha estado muy bien eso de protestar. Tenemos derecho. Derecho a decirle a la burocracia que la filosofía es importantísima. Que ha sido, es y será fundamental en la educación de los pueblos y las personas. Y que... bueno, tú ya sabes cómo va ese rollo. Los burócratas jamás nos creyeron ni jamás nos van a creer. Pero el caso es que cedieron... o se apiadaron (ve tú a saber)... y nos devolvieron las clases. Si no, habríamos de pedir apoyo al pueblo. Denunciar a la burocracia. Acusarla de que no quiere un pueblo que sepa pensar. Que tiene miedo a la filosofía. Que... en fin, también eso ya te lo sabes. Claro que el pueblo ni se enteraría, pero alguna gente y algunos periódicos habrían armado un buen escándalo, habrían presionado, y entonces... quién sabe, a lo mejor habríamos recuperado la chamba. O de perdida nos habrían dado para unos chicles.


Sin embargo, compañero, esto de tener que sacar los machetes y dar periodicazos es malo. Malísimo para los países. Malísimo para las sociedades. Malísimo para la gente. Malisisísimo para Latinoamérica. Se llama corporativismo y es algo muy feo: es una de las causas principales de la pobreza. Al menos eso dice Álvaro Vargas Llosa. Claro que otros llaman democracia a eso. O democracia cultural, o participativa, o no sé qué. Pero no; no no no. En todo caso, mafiocracia sería más apropiado. Unas mafias, unas corporaciones –personas colectivas-, o unos grupos de interés, peleando contra otros por el control del dinero. Así que no. No, no y no. Eso no puede ser bueno.


¿Alguna otra opción? Sí, la hay.


¿Qué tal si tú, filósofo o filósofa, te pasas al bando del capitalismo y del libertarianismo? –Digo, como tu servidor. --¿Qué tal si ahora empiezas a pensar de otro modo, como empresario, digamos, o como autoempleado, también digamos? Ya no como mafia, corporación o grupo, sino como individuo. Individuo que, of course, puede asociarse con sus pares (o nones).


Sí, colega: economía de mercado. Eso es lo racional, ¿o no? --¿Qué tal si en lugar de pedirle al gobierno “clases de filosofía obligatorias” y “empleo para los filósofos” empiezas a hablar ya de educación privada y escuelas particulares? Cuyos propietarios, desde luego, serían tú y otros filósofos. O en asociación con poetas, literatos, artistas y otros que de seguro también andan en la cuerda floja. –Sí, compañero. Más vale que ya no pienses demasiado en el pueblo y en los “derechos sociales”. Te puedes llevar...perdón, quise decir: te vas a llevar un chasco. Piensa más en ti. Y en tu derecho a ganarte la vida. ---O también ¿qué tal si impulsas el homeschooling, la educación casera? Cualquiera debería tener el derecho a educar a sus hijos en casa, ¿no? Digo, si es que las escuelas de su barrio no le gustan, o no le convencen, o cobran demasiado. Sin duda, ello provocará el rescate o la resurrección de aquella noble y olvidada institución del preceptor privado, como pasaba en la Antigüedad o en la Ilustración. Si hay muchos homescholars, alguna familia te va a contratar, porque ningún papá y ninguna mamá lo saben todo, claro. Aprovecha que la clase media es ya enorme, y tiene money. Unos más, otros menos, pero todos tienen. ---O también, y para que no pienses que soy un elitista reaccionario, ¿qué tal si empiezas a hablar de filosofía en el ágora? Sí, en el mercado, en la plaza, en la calle, en la fila del cine, o de la tortillería, o... en fin, donde se pueda. Como en Atenas, colega. Después de todo, las masas ya no son tan analfabestias. Y porque... digo yo, si ya se inventó la filosofía para niños, ¿por qué no inventar ahora la filosofía para albañiles? O para plomeros. O para cobradores y vendedores de jícamas con chile. O la filosofía para la gente que va pasando –"el hombre de la calle", como decía Bertrand Russell. ---O también... toma nota, compañero, que ya en el primer mundo se está haciendo: la filosofía para curar gente. Para curarle la mente. O el alma. Algo así como psicólogo o como psiquiatra, pero con la diferencia de que tú no recetas medicamentos ni hipnotizas gente ni le preguntas qué soñó o cada cuándo le duele la cabeza o cuántas veces por semana se masturba. No. La “curación” (y va con comillas porque, según dicen, ya no hay enfermedades mentales)... la “curación”, te decía, consiste en leer libros de filosofía, y en discutirlos contigo, su “Asesor Filosófico” o su “Filósofo Práctico” (así van a decir tus diplomas de la pared)... y te sorprenderá descubrir cuánta gente hay que se deprimía pensando que estaba enferma de algo cuando en realidad sólo tenía algunas confusiones conceptuales, morales, metafísicas o epistemológicas. Esto es, nada que no pueda resolver un filósofo competente. ---Resumiendo, colega: ¿qué tal si le dices al Poder que no quieres sus clases ni su empleo, y que sólo quieres que se aparte de tu sol?


Bueno, piénsalo... Pero mientras lo piensas, que no se pierda la alegría de ser filósofo. ---Y cuando venga el tipo-que-nunca-falta a ningunearte y a decirte que la filosofía no sirve para nada, tú dile que sí, que es verdad, que precisamente ayer te llegó un mail donde dice que el 95% de las profesiones y oficios no sirven, en rigor, para nada, y que la Humanidad podría pasarse la vida perfectamente sin ellas...
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